JUAN SALVADOR GAVIOTA-2DA REUNIÓN CLUB DE LECTURA EMPATÍA LAMASPAMPA

 Biografía de Richard Bach

  • Se graduó en la Universidad como mecánico de aviones y de estaciones generadores de energía. 
  • Se convirtió en piloto de la Fuerza Aérea norteamericana.
  •  Durante su carrera como piloto desempeñó muchos de los oficios asociados a la aviación, como instructor de vuelo, piloto de charter y mecánico de aviación.
  • Obtuvo el cargo de presidente en una aerolínea; trabajó, además, como piloto acrobático.
  • Actuó como piloto de espectáculos aéreos y fue profesor de filosofía del vuelo en una Universidad.
  • Los aviones y la escritura fueron sus grandes pasiones. Aunque profesionalmente estuvo vinculado a la aviación, la literatura le reportó fama mundial y le hizo merecedor de un buen número de premios literarios tanto en Estados Unidos como en Europa. Como escritor, su nombre es un clásico de los libros más vendidos mundiales desde la década de los setenta.
  • En esa época su obra Juan Salvador Gaviota, se hizo conocida de boca a boca y se convirtió en el más vendido, traduciéndose a más de 30 idiomas
  • Se filmó la película Juan Salvador Gaviota, fue un éxito de taquilla.
  •  Nació el 23 de junio del 1936.

COMENTARIOS DE NILDA

Juan Salvador Gaviota, era un pájaro enérgico, saludable, fuerte, soñador, el mismo que se convirtió en un rebelde para su bandada. Para la bandada era un necio, un sin causa, al violador de la dignidad y la tradición de la Familia de las Gaviotas, un kamikaze.

En el interior de Juan, sin embargo, vibraba una energía de vida y de felicidad, pensando en todo momento qué, ¿Qué podría estar haciendo en el aire? Para él era su propósito superior, averiguar que más podría hacer en el aire, que acrobacia podría practicar.

Él respondía a su madre —No me importa ser hueso y plumas, mamá. Sólo pretendo saber qué puedo hacer en el aire y qué no. Nada más. Sólo deseo saberlo. A la pregunta de su madre —¿Por qué, Juan, por qué? ¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la Bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos rasantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres más que hueso y plumas!

Su padre no se quedaba atrás le decía con ternura —Mira, Juan — El invierno está cerca. Habrá pocos barcos, y los peces de superficie se habrán ido a las profundidades. Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y cómo conseguirla. Esto de volar es muy bonito, pero no puedes comerte un planeo, ¿sabes? No olvides que la razón de volar es comer.

Esto hizo que Juan, se esforzara en ser como las demás gaviotas, pero esto le orillaba a actuar en contra de sus fuertes deseos, la libertad que sentía al volar. Al estar buscando carroña, él se sentía apresado, oprimido, tenía que disputarse la comida, que no era otra cosa que desperdicio con el resto de sus hermanas, muchas mayores. Juan era joven e impulsivo.

Esto le llevó a retomar sus prácticas de vuelo desobedeciendo a sus padres. Él pensaba podría estar empleando todo este tiempo en aprender a volar. ¡Hay tanto que aprender! Y se fue otra vez a alta mar, a aprender hambriento pero feliz.

Juan buscaba algo más en el acto de volar, él no desafía por puro gusto las normas y tradiciones de la comunidad Gaviota, él sentía una pasión por volar y averiguar por sí mismo ¿cuáles eran sus límites, si sus límites sería los límites de la comunidad o bandada?

A pesar de su felicidad al volar, sentía algo de remordimiento, eso era su lucha externa, sabía que desobedecía a sus padres y sabía de las críticas que su bandada le hacían a sus padres y a él mismo, pero realmente no imaginaba esta magnitud, no imaginaba que era desprecio lo que sentían por él, llegaron a considerarlo su enemigo por desafiar las normas y tradiciones de su comunidad Gaviota.

Pero esto no era todo. El sentía en su interior que podría descubrir en el vuelo algo más que sobrevivir, pero no sabía que era eso que sentía, tenía que practicar y practicar y practicar y practicar, para descubrirlo.

Tenía que empezar por lo conocido, para ir paso a paso por lo desconocido y por tanto por lo difícil, comenzó a treinta metros de altura, y sin embargo a esa altura debía de esforzarse para hacer cierto vuelo por ejemplo. Uno pausado.
En estas prácticas, terminaba en normales chapuzones, y así de práctica en práctica aprendía algo nuevo.

Un día en especial comenzó a volar a más de 100 km por hora. Subió más alto, y de ahí practicó a más de 100 km por hora. Luego subió a 700 metros para bajar a 130 km por hora. En esta prueba o práctica cayo desmayado. Al despertar le dolió más el fracaso que el golpe donde casi pierde la vida.

Esta última experiencia fue tan dura, que al retomar el sentido después del desmayo que había sufrido, lo tuvo que claro que no tenía sentido esforzarse tanto, tanto desvelo, desprecio, hambre, sacrificios, fracasos, sería mejor aceptar ser una pobre y limitada gaviota y por tanto volar como tal, si hubiese nacido para volar se dijo: Si estuviese destinado a volar a alta velocidad, tendría las alas cortas de un halcón, y comería ratones en lugar de peces. Mi padre tenía razón. Tengo que olvidar estas tonterías. Tengo que volar a casa, a la Bandada.

Pero vino a su encuentro ayuda, por sus esfuerzos de días, meses, semanas, años, y descubrió en sus mismas quejas que al mencionar que ¡Las gaviotas nunca vuelan en la oscuridad! ¡Si hubieras nacido para volar en la oscuridad, tendrías los ojos de búho! ¡Tendrías por cerebro cartas de navegación! ¡Tendrías las alas cortas de un halcón! Allí, en la noche, a treinta metros de altura, Juan Salvador Gaviota parpadeó. Sus dolores, sus resoluciones, se esfumaron.

¡Alas cortas! ¡Las alas cortas de un halcón!

Y en ese mismo momento, en plena oscuridad, después de sufrir un desmayo y casi haber perdido la vida y haber tenido la resolución de dejar de perseguir este loco sueño.

Subió a 700 metros sin pensar en el fracaso o en la muerte, llegó a 200 kilometros por hora, y lo consiguió, pero siguió toda la noche practicando y dijo: si pico de 1000 metros en lugar de 700 metros ¿a cuántos llegaré?

Al amanecer Juan ya estaba a sobre 2000 metros, Estaba vivo, y temblaba ligeramente de gozo, orgulloso de que su miedo estuviera bajo control. Entonces, sin ceremonias, encogió sus ante alas, extendió los cortos y angulosos extremos, y se precipitó directamente hacia el mar. Al pasar los dos mil metros, logró la velocidad máxima, el viento era una sólida y palpitante pared sonora contra la cual no podía avanzar con más rapidez.

Ahora volaba recto hacia abajo a trescientos veinte kilómetros por hora. Tragó saliva, comprendiendo que se haría trizas si sus alas llegaban a desdoblarse a esa velocidad, y se despedazaría en un millón de partículas de gaviota. Pero la velocidad era poder, y la velocidad era gozo, y la velocidad era pura belleza.

Llegó a la velocidad de 320 KM por hora, ¡La velocidad máxima! ¡Una gaviota a trescientos veinte kilómetros por hora! Era un descubrimiento, el momento más grande y singular en la historia de la Bandada, y en ese momento una nueva época se abrió para Juan Salvador Gaviota. Voló hasta su solitaria área de prácticas, y doblando sus alas para un picado desde tres mil metros, se puso a trabajar en seguida para descubrir la forma de girar.

Descubrió el rizo, el balance lento, el balance en punta, la barrena invertida, el medio rizo invertido.

¡Cuánto mayor sentido tiene ahora la vida! ¡En lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros, hay una razón para vivir! Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡Podremos ser libres! ¡Podremos aprender a volar!

Juan se enfrentó en principio al conflicto interno y externo, no solo fue rechazado, sino que por esto el fue expulsado, separado de sus padres y hermanos.

¿Porqué? Por buscar la perfección que para él era aprender a volar, volar le daba libertad.

¿Valió la pena?

Creo que valió la pena, sus caídas, heridas, golpes que le dejan al borde de la muerte, nunca se dio por vencido, por ello lo consigue.

No solo aprendió acrobacias aéreas y técnicas de vuelo avanzadas, que le permitía comer peces raros y sabrosos, que habitaban a 3 metros bajo tierra, sino que se convirtió en maestro de vuelo. Lo que antes había esperado conseguir para toda la Bandada, lo obtuvo ahora para sí mismo; aprendió a volar y no se arrepintió del precio que había pagado.

Todo este aprendizaje y experiencia, lo convirtió en maestro, pero no solo maestro de vuelo, sino de un propósito superior.

Se ha logrado mucho cuando un hombre ha perdido todo menos su espíritu.

La cita “Se ha logrado mucho cuando un hombre ha perdido todo menos su espíritu” de Juan Salvador Gaviota es un recordatorio poderoso de la resiliencia humana. A menudo, nos enfrentamos a adversidades que parecen imposibles de superar, perdiendo nuestra seguridad, bienes materiales o incluso a seres queridos. Sin embargo, el verdadero logro radica en la capacidad de mantenernos firmes y no dejar que las circunstancias nos definan. Cuando el espíritu permanece intacto, somos capaces de encontrar la fuerza para continuar, adaptarnos y encontrar oportunidades incluso en medio de la desesperación. Esta cita nos recuerda que, más allá de las pérdidas, siempre podemos encontrar un camino para renacer y alcanzar nuestras metas más allá de las dificultades.

No necesitamos comer para vivir; necesitamos volar.

A través del personaje de Juan Salvador Gaviota, Richard Bach nos muestra que la vida no se limita únicamente a la comida y la supervivencia básica, sino que existe un deseo innato de superación, de explorar nuevos horizontes y de ser libres. El vuelo representa la libertad y también simboliza el desarrollo de nuestras habilidades y potencialidades, lo cual nos permite alcanzar metas más elevadas y experimentar una plenitud emocional y espiritual. Así, esta cita nos exhorta a ir más allá de las limitaciones que nos imponemos a nosotros mismos y a buscar nuestra propia senda hacia la plenitud y la realización personal.

La única ley válida es la ley del amor.

Esta cita nos recuerda que en un mundo lleno de normas y reglas impuestas por la sociedad, solo hay una ley que realmente importa: el amor. El amor, en todas sus formas, nos guía y nos impulsa a actuar con compasión, empatía y generosidad. Es a través del amor que encontramos verdadero significado en nuestras vidas, y es a través de él que podemos transformar no solo nuestros propios destinos, sino también el mundo que nos rodea. La ley del amor trasciende fronteras, culturas y creencias, permitiendo que el espíritu humano alcance su máxima expresión.

El verdadero conocimiento llega únicamente a través de la experiencia.

Nos dice que no basta con adquirir conocimientos teóricos o conceptuales, sino que es mediante la práctica y la experiencia directa que realmente adquirimos una comprensión profunda y significativa de las cosas. Solo cuando nos lanzamos a la acción y nos enfrentamos a situaciones reales podemos experimentar el impacto y las consecuencias de nuestros actos, y así aprender de ellos. Es a través de la experiencia que nuestros sentidos se agudizan, nuestras habilidades se fortalecen y nuestro entendimiento se enriquece. Solo cuando nos permitimos experimentar, fallar, aprender y crecer, podemos alcanzar un conocimiento genuino y valioso.

Cuando aprendes a volar, aprendes a vivir.

Juan Salvador Gaviota es un personaje que se atreve a desafiar las limitaciones impuestas por su especie y se dedica a explorar el arte de volar. En su travesía, Juan descubre que el vuelo no solo se trata de desplazarse en el aire, sino que es una metáfora de la libertad y la realización personal. A través del vuelo, Juan experimenta una conexión profunda con su verdadero ser y encuentra un propósito en la vida. Esta cita nos enseña que solo cuando nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort y a enfrentar nuestros miedos, podremos descubrir nuestro potencial y vivir plenamente. Volando, tanto literal como metafóricamente, podemos experimentar la alegría y la plenitud que nos brinda la existencia.

El verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos.

Richard Bach nos invita a contemplar que más allá de buscar nuevos paisajes físicos, el auténtico viaje radica en tener nuevos ojos. Esta frase nos sugiere que para encontrar la esencia de la vida y experimentar una transformación profunda, necesitamos cambiar nuestra manera de ver el mundo. Nos reta a abrirnos a nuevas perspectivas, desafiar nuestras convicciones y adquirir una visión más amplia y despojada de prejuicios. En definitiva, el verdadero viaje del descubrimiento reside en nuestro propio crecimiento personal y nuestra capacidad de apreciar con asombro lo que nos rodea.

Sé valiente y no temas enfrentar tus miedos.

A menudo, el miedo nos paraliza y nos impide avanzar hacia lo desconocido, limitándonos y limitando nuestro potencial. Sin embargo, si somos valientes y decidimos enfrentar esos miedos, podemos descubrir todo nuestro poder y capacidad para hacer cosas extraordinarias. Al confrontar nuestros miedos, adquirimos experiencia y confianza en nosotros mismos, lo cual nos impulsa a seguir adelante y a alcanzar nuevas alturas en nuestra vida y desarrollo personal.

No puedes hacer feliz a todos, pero puedes hacer feliz a alguien.

No todos comparten los mismos valores, intereses o necesidades, por lo que nuestras acciones y palabras pueden tener efectos diferentes en cada persona. Sin embargo, no por eso debemos dejar de intentar marcar una diferencia en la vida de alguien más. Podemos poner nuestras energías en hacer feliz a esa persona o personas que realmente aprecian y valoran nuestras acciones, generando así un efecto positivo que se expandirá más allá de nosotros mismos. Al final, lograr hacer feliz a alguien es una gran satisfacción que nos recuerda que, aunque no podamos cambiar el mundo entero, sí podemos hacer una diferencia en la vida de alguien.

No hay límites para aquellos que creen en sí mismos.

Aquellos que tienen una confianza inquebrantable en sus capacidades y creen en su potencial ilimitado, tienen la capacidad de superar cualquier obstáculo y alcanzar metas que parecerían imposibles para otros. Esta cita nos invita a tener fe en nosotros mismos y a cultivar una mentalidad positiva y enfocada en el crecimiento personal. Al creer en nosotros mismos, creamos un camino sin barreras y somos capaces de alcanzar nuestras más grandes aspiraciones y sueños.

La auténtica esencia de la vida se encuentra en la búsqueda de la perfección.

Nos dice que la vida no se trata simplemente de sobrevivir, sino de encontrar la excelencia y alcanzar todo nuestro potencial. La búsqueda de la perfección implica un constante crecimiento personal, superando obstáculos y buscando siempre mejorar en todos los aspectos de nuestra vida. Es un llamado a no conformarnos con lo ordinario, sino a aspirar a lo extraordinario y a ser la mejor versión de nosotros mismos. En esta búsqueda, encontraremos la verdadera esencia de nuestra existencia y experimentaremos un sentido y plenitud profundos.

El amor transforma, el amor crea, el amor todo lo puede.

La famosa cita de Juan Salvador Gaviota "El amor transforma, el amor crea, el amor todo lo puede", nos invita a reflexionar sobre el poder y la magia del amor en nuestras vidas. El amor es capaz de remover obstáculos, derribar barreras y superar cualquier dificultad que se presente en nuestro camino. Además, nos impulsa a trascender nuestros límites y alcanzar nuevas metas, ya que nos motiva a dar lo mejor de nosotros mismos. El amor nos enseña que no existen imposibles cuando se trata de perseverar por aquello que realmente nos importa. Es un motor que nos impulsa a crecer, a evolucionar y a convertirnos en mejores versiones de nosotros mismos. En definitiva, el amor es capaz de transformar y crear una realidad llena de posibilidades infinitas.